27 mar 2010

Festival Solidario el 17 de Abril !






Estamos organizando un Festival con el fin de juntar fondos para los gastos que afrontamos diariamente a pulmón en el barrio (y de esta forma poder sostener las actividades que desarrollamos).
Van a tocar varias bandas, entre ellas la del ex batero de los Redonditos de Ricota (Comando Pickles). También se va a presentar el grupo de danza contemporánea Quetrama. Además: proyecciones, buena música, buena barra, buena onda, y después, mucha fiesta!
Cualquier cosa, no duden en preguntar...

Se agradece la difusión !









El Festival es en el Club Paternal...

¿Donde está el lugar?



Cómo llegar?

Bondis 24-34-44-47-57-63-105-109-110-135-146-166



Entrevista a Delia, madre de Marcelo Di Estefani

La historia de Marcelo

Marcelo Adrián Di Estefani era un joven de 17 años que vivía en la villa 1-11-14 del Bajo Flores. Marcelo, al igual que muchos otros adolescentes hoy en día en Argentina, sufría una adicción al “Paco” (pasta base de cocaína). Desgraciadamente, ésta es una realidad que afecta principalmente a los sectores más desprotegidos, a pesar de que haya integrantes de otro estrato social que lo sufran, ellos casos son sólo excepciones, y no lo que los medios de comunicación llaman un “flagelo que nos ataca a todos”.

En el caso particular de Marcelo, él fue adicto durante mucho tiempo, y pasó gran parte de ese tiempo tratando de dejarlo. Pero finalmente, cuando comenzó a obtener resultados positivos (había conseguido un trabajo en blanco y parecía su que su vida tomaba un mejor camino), pasó lo que con mucha certeza nos dice Delia, la madre de Marcelo: que “el paco no solo te mato por consumirlo sino también cuando lo querés dejar”. Marcelo fue asesinado a sangre fría por las personas que le vendían paco, las cuales además lo llevaron al Hospital Piñeiro, donde arribo con más de una herida de bala. En este hospital la seguridad se encuentra a cargo de la comisaría 38, la cual está encargada de, en un caso de ataque por arma de fuego o arma blanca, realizar un registro de las personas que llevan al herido. Tal registro no fue hecho, y los autores de este crimen están libres. Delia nos cuenta su indignación por como se trata a las personas de bajos recursos, como casos similares a los de Marcelo son cosa de todos los días en barrios como la villa 1-11-14 en donde la justicia parece que no llega a esas zonas: sólo se ocupa por los dilemas de los barrios acomodados y, al igual que la prensa, hacen parecer que no existen estas problemáticas.

A continuación Delia nos habla de su caso en la siguiente entrevista, filmada a fines del año 2009 en su casa en el Bajo Flores.

Primera parte





Segunda parte

26 mar 2010

Entrevista a Elizabeth Blanco, hermana de Ezequiel Blanco


Entrevista a Elizabeth Blanco, hermana de Ezequiel Blanco, de 25 años, que, junto a Jonathan Lezcano de 17 años, fueron raptados el 8 de Julio del 2009, y asesinados por la policía de la comisaría °52 del barrio Villa Lugano de la Ciudad de Buenos Aires.

La última vez que se lo había visto fue la tarde del 8 de julio del 2009, junto con su amigo Jonathan. Se tomaron un taxi en la villa 20 del barrio de Lugano. Desde ese día pasaron más de dos meses de incesantes búsquedas a los chicos. Distintas fueron las organizaciones que los buscaron (Búsqueda de personas, Derechos del niño y adolecentes, canales de televisión, Missing Children, demás) pero mucho más profundo fue el esfuerzo y la esperanza que tenían las familias por encontrarlos.

“Se pelearon por plata y se escaparon”, “se fueron sin razón alguna”, “están en esta dirección”, “están en éste barrio”, “lo vieron en la calle tal”… Seguidas eran las mentiras que daba la policía, pero la mínima pista daba fuerzas para salir a buscarlos… Se hicieron todas las denuncias a las instituciones de justicia. No aparecían. Hasta que el día 14 de Septiembre, la familia de Jonathan se enteró de lo peor: los chicos habían sido asesinados el 8 de Julio, el mismo día en el que salieron por la tarde y nunca más los volvieron a ver. Los cuerpos estaban hasta hacía pocos días en la morgue, pero ya no: estaban en el cementerio de la Chacarita, enterrados como personas desconocías (NN).

Los chicos no desaparecieron, ellos fueron secuestrados por la policía de la comisaria 52°, y no existe ninguna razón para justificar tal accionar. Ni mucho menos para asesinarlos a sangre fría, como si la vida no valiera nada: como si nada. Esos dos meses y monedas, macabramente les debe haber dado tiempo a los asesinos para inventar una causa que, caratulada como "robo automotor", cuenta que Jonathan y Ezequiel, con armas, intentaron robar un auto que casualmente era de un policia de civil (Daniel Veiga). Él les disparó a ambos en la cabeza varias veces, en "defensa personal", saliendo sin ningún rasguño, y caminando, hoy en día, tranquilamente por la calle.

Ni siquiera mienten en que los hayan matado. Lo hicieron, si. Parece que la justicia da cierto margen para el gatillo fácil y la corrupción en la que están inmersos las fuerzas policiales. Aparentemente, que la policía asesine es justo, siempre y cuando, la víctima viva en un barrio humilde: siempre y cuando sea pobre. También los problemas de adicción son usados para apretar a los pibes, mandarlos a robar, o someterlos a cualquier cosa. El negocio parece cerrar perfectamente: los transas siguen vendiendo con total impunidad en los barrios marginados, a la par de los oficiales de la fuerza pública que garantizan y comparten su negocio. Mientras tanto, las personas adictas no tienen lugares para tratarse: es casi inexistente las instituciones públicas, y tampoco tienen la puerta abierta a uno privado, que cobran más de tres mil pesos mensuales. Es una pelea a todo o nada la que se lucha contra una droga que creció como una enfermedad mortal en los barrios más precarios, que genera tanta dependencia, que es tan tóxica y nociva como es el Paco (PBC).

Así mataron a Ezequiel y a Jonathan. Y la justicia, tan ausente, nuevamente no avisó estos crímenes ni los reconoció. Ni siquiera puso excusas ante lo injustificable, y mira siempre para otro lado cuando se la llama con gritos y lágrimas de familiares y amigos, que aún no encuentran nada de ella.


Entrevista a Angélica Urquiza, madre de Jonathan "Kiki" Lezcano.

Entrevista a Angélica Urquiza, madre de Jonathan "Kiki" Lezcano, de 17 años, que fue raptado el 8 de Julio del 2009, y asesinado por la policía de la comisaría °52 del barrio Villa Lugano de la Ciudad de Buenos Aires.

Fue buscado por distintas organizaciones (Búsqueda de personas, Derechos del niño y adolecentes, canales de televisión, Missing Children, y demás) y fueron hechas todas las denuncias correspondientes a las distintas instituciones de justicia. Hasta que el día 14 de Septiembre, la familia, para ver si recibían alguna novedad en uno de los tantos llamados que hacían diariamente a los lugares en donde podían llegar a escuchar alguna respuesta, le informan, desde la Fiscalía °44 (la misma en donde la familia Lezcano había denunciado amenazas sufridas por parte la policía de la °52 ) que Jonathan estaba muerto. Que su cuerpo se encontraba en la morgue desde el 8 de Julio hasta hacía poco tiempo, porque ya habia sido enterrado en el cementerio de la Chacarita unos días antes de dicho llamado. Sospechosamente, Jonathan fue enterrado como persona desconocida (NN), aunque en la fiscalía y en la morgue tenían todos los datos de él.

La causa, armada con una escalofriante impunidad y caratulada como "robo automotor", cuenta que Jonathan y Ezequiel Blanco estaban armados, e intentaron robar un auto, casualmente de un policia de civil (Daniel Veiga), que les pega varios tiros en la cabeza a ambos, en "defensa personal", saliendo sin ningún rasguño y hoy caminando por la calle.

Kiki era un pibe de la villa 20 de Lugano. Como tantos chicos del barrio, tenía problemas de adicción con el paco: esa droga que antes era la basura que se tiraba tras el proceso de la cocaína, que después pasó a ser una droga barata para fomentar su consumo, para terminar siendo hoy un veneno caro y adictivo que mata todo lo que toca en los barrios humildes. Su familia luchaba diariamente contra eso, buscando por todos los medios un lugar de rehabilitación para su hijo. Todas las puertas estaban cerradas. Los lugares públicos están saturados, y dan prioridad a personas con antecedentes delictivos. Los privados son un poco más accesibles, solo que se necesitan más de tres mil pesos por mes para tratarse en ellos. Jonathan tenía roces con la policia, ya que éstos participan y garantizan el negocio de la droga en el barrio. A menudo se ve almorzando a los oficiales de la °52 con los transas; o apretando a algún pibe que debe la plata de las dosis que le fiaron; o exigiendo robar, como si los chicos fueran empleados de la mafia policial. Todo es negocio para ellos: el que tiene unos mangos, que compre; el que no, que venda cualquier cosas de la casa o que salga a robar; y el que quiera dejar de ser adicto, será amenazado, será apretado y golpeado en alguna esquina. De día o de noche será perseguido, le sacarán fotos como hicieron con Kiki, y su familia será amenazada también, como hicieron con los Lezcano. Y si no aprenden que la única cura para la adicción es someterse a la droga, es someterse a la policía y a los transas del barrio, serán secuestrados y asesinados, como ejemplo para el miedo, siempre presente en los barrios pobres, en donde la justicia fue raptada, asesinada, y enterrada como NN quién sabe donde.